23 Diciembre 2011
Mark Weisbrot
McClatchy-Tribune Information Services, 22 de diciembre, 2011
Janesville Gazette (WI), 22 de diciembre, 2011
Walworth County Today (WI), 22 de diciembre, 2011
Times of India, 24 de diciembre, 2011
New Bedford Standard-Times (MA), 24 de diciembre, 2011
USA Today, 24 de diciembre, 2011
Wapakoneta Daily News (OH), 24 de diciembre, 2011
Salt Lake City Deseret News (UT), 25 de diciembre, 2011
Arizona Daily Star (AZ), 26 de diciembre, 2011
AméricaEconomía, 5 de enero, 2012
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Aunque la mayoría de estadounidenses no se han enterado, un paso histórico hacia el cambio en el hemisferio ocurrió hace tres semanas. Una nueva organización regional se formó, y todo el mundo fue invitado con excepción de Estados Unidos y Canadá. La nueva organización se llama la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Hubo una razón para la exclusión de los dos países más ricos, incluyendo la economía más grande del mundo. De hecho, hubo muchas razones, pero pasaron en mayor parte desapercibidas en los principales medios de comunicaciones. La existente organización regional, la Organización de Estados Americanos (OEA), es controlada demasiado frecuentemente por el Departamento de Estado de Estados Unidos, con Canadá como un socio menor.
En 2009, hubo una gran revelación para el resto del hemisferio, especialmente esos gobiernos que pensaron que el Presidente Obama iría a acabar con la tradición y realmente apoyar la democracia en la región. Sin embargo, el gobierno democrático de Honduras fue derrocado por un golpe de estado militar en junio de ese año. Y aunque el papel de Estado Unidos en el golpe de Estado no ha quedado claro, no cabe duda que Washington hizo bastante para asegurar que el golpe tuviera éxito y que el nuevo régimen se estableciera. Una de las cosas que la administración de Obama hizo fue bloquear a la OEA para que no tomara medidas más efectivas en contra del gobierno golpista.
La OEA también fue utilizada por Washington para revertir los resultados en la primera etapa de las elecciones presidenciales en Haití el año pasado. Una “misión de verificación de expertos” de la OEA cambió los resultados sin ni siquiera hacer un recuento de votos y sin pruebas estadísticas en las cuales podía basar sus acciones. Es más, los Estados Unidos y sus aliados amenazaron al gobierno de Haití hasta que aceptara los resultados del cambio. Esto formó parte de un seguimiento al papel que tuvo la OEA con respecto a la deslegitimación de las elecciones del 2000 en Haití, que jugó un papel muy importante en el golpe de Estado del 2004, orquestado por los Estados Unidos contra el gobierno democráticamente electo de Haití.
Está claro que no se puede confiar en la OEA cuando se trata de asuntos de democracia o monitoreo de elecciones en el hemisferio. Pero hay muchas más razones para formar una nueva organización en el hemisferio. Durante los últimos 15 años ha ocurrido una “primavera latinoamericana,” con la elección de gobiernos de centro-izquierda como en Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Paraguay, y Uruguay, entre otros. No es coincidencia que este movimiento tectónico en las urnas haya traído consigo una explosión de crecimiento económico, reducciones en pobreza de nivel récord, aumentos en acceso a la salud y la educación, y una reducción en la desigualdad de ingresos.
Y no es coincidencia que el crecimiento fracasado a largo plazo de América Latina – de 1980 a 2000 – tomó lugar durante la era del “Consenso de Washington,” cuando la política económica en la región era fuertemente influenciada por instituciones basadas en Washington, como el Fondo Monetario Internacional (FMI). De hecho, la primavera latinoamericana se debió principalmente al fracaso económico y al deseo de la gente de tener otras alternativas.
La nueva CELAC refleja esta nueva realidad – América Latina se ha convertido en una región independiente de Estados Unidos. Como resultado, ha habido muchos cambios en la economía política de los países, y estos cambios han traído consigo niveles de vida más altos. CELAC continuara a avanzar estos cambios positivos, inclusive la integración económica regional, coordinada alrededor de la política exterior y la resolución de conflictos. Aunque tomara tiempo, CELAC eventualmente remplazará a la OEA, que se irá haciendo más irrelevante para América Latina – así como el FMI, que hace 15 años tenía una influencia enorme sobre América Latina, pero que ahora se ha vuelto irrelevante para la mayoría de la región.
Los estadounidenses deberían darle una bienvenida a estos cambios e ignorar a los ‘expertos’ que se quejan del tal “anti-americanismo” en este movimiento independiente. Nosotros, el 99 por ciento de estadounidenses que no nos beneficiamos de décadas de intervenciones dañinas de Washington en la región, tenemos todo para ganar de una América Latina independiente y prospera, y nada que perder.
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.