Haiti

Haiti

CEPR has examined economic and political developments in Haiti, and the role of outside actors, since the early 2000s, with greater attention following the 2010 earthquake.

El CEPR ha examinado los acontecimientos económicos y políticos en Haití, así como el papel de los actores externos, desde principios de la década del 2000, poniendo especial atención en el periodo posterior al terremoto de 2010.

CEPR has examined economic and political developments in Haiti, and the role of outside actors, since the early 2000s, with greater attention following the 2010 earthquake.

El CEPR ha examinado los acontecimientos económicos y políticos en Haití, así como el papel de los actores externos, desde principios de la década del 2000, poniendo especial atención en el periodo posterior al terremoto de 2010.

Op-Ed/Commentary

HaitiAmérica Latina y el CaribePolítica exterior de EE. UU.VenezuelaEl Mundo Cumbre de las Américas: la omisión del caso de Haití
El Diario Ver artículo en el sitio original In English La ciudad de Los Ángeles en Estados Unidos será la sede de la Cumbre de las Américas el próximo mes. La reunión de jefes de Estado se celebra aproximadamente cada tres años desde su primera reunión, y la última celebrada en Estados Unidos fue en 1994. Gran parte de la atención se ha centrado esta vez en quién no estará presente. Los funcionarios estadounidenses han señalando que no tienen intención de invitar a los líderes de Cuba, Nicaragua o Venezuela. Pero se ha prestado menos atención a quién sí asistirá: el primer ministro de facto de Haití, un país que carece de jefe de Estado desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse el pasado mes de julio. La decisión de invitar a Ariel Henry, primer ministro en funciones de Haití, pone de manifiesto la hipocresía en la política exterior de Estados Unidos en la región y, por otro lado, la enorme ceguera de los gobiernos de América Latina y el Caribe ante el deterioro de la situación en Haití, en la que Estados Unidos y toda la región son cómplices.  “Creo que el presidente ha sido muy claro sobre la presencia de países que por sus acciones no respetan la democracia: no recibirán invitaciones”, dijo el mes pasado el máximo responsable del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental. La decisión de invitar a Henry socava este mensaje y deja claro que las exclusiones no tienen que ver con la defensa de los derechos humanos o la democracia. Tienen que ver con la hegemonía. Las últimas elecciones en Haití tuvieron lugar en 2016; menos del 20% de los votantes registrados participaron, o se les permitió hacerlo. Moïse ganó la presidencia con los votos de sólo aproximadamente 5% de la población. En comparación, más del 20% de la población depositaron un voto a favor de tanto Ortega como de Maduro. Y para quienes consideran que la diferencia es que en Venezuela y Nicaragua estas cifras no son creíbles o que las condiciones de las elecciones no fueron buenas, harían muy bien en prestarle más atención a Haití. En 2020, los mandatos de casi todos los parlamentarios y de todas las autoridades locales expiraron, después de lo cual Moïse gobernó por decreto. En aquel momento, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, viajó a Haití y apareció junto al presidente Moïse, dejando en claro que para la OEA esta situación no era un problema. El verano pasado, Moïse – que según muchos juristas ya había sobrepasado el límite de su mandato, pero que aún contaba con el respaldo de Estados Unidos y de la OEA – fue asesinado. En la actualidad, los únicos representantes electos en todo el país cuyo mandato no haya expirado son 10 senadores, pero juntos no tienen ni siquiera quórum para legislar. Pero el colapso de la democracia haitiana no se produjo en un vacío, y no sólo los dirigentes de Estados Unidos y la OEA tienen las manos manchadas de sangre. En 2004, el presidente Jean-Bertrand Aristide fue derrocado en un golpe de estado respaldado por Estados Unidos. Casi ningún gobierno del hemisferio lo denunció. En Haití, las tropas estadounidenses fueron rápidamente sustituidas por una misión de “mantenimiento de la paz” de las Naciones Unidas, la MINUSTAH, para ayudar a consolidar el derrocamiento del presidente.  Diplomáticos estadounidenses describieron la misión como “una herramienta indispensable” para llevar a cabo la política de Estados Unidos, y señalaron, significativamente, que sin esa misión, Estados Unidos “recibiría mucha menos ayuda de nuestros socios hemisféricos... para manejar Haití”. Los países latinoamericanos fueron colocados a la cabeza; Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile, Ecuador, Bolivia, El Salvador y Guatemala contribuyeron con tropas, mientras que el ejército de Brasil estuvo a cargo de la misión. Esta intervención extranjera se profundizó tras el devastador terremoto de 2010, cuando se utilizaron miles de millones de dólares de ayuda extranjera como palanca para el control político. Ese mismo año, en medio de elecciones fatalmente defectuosas en el contexto de más de un millón de haitianos aún desplazados, se pidió a la OEA que revisara los resultados electorales. Sin un recuento completo ni ningún análisis estadístico, la OEA recomendó cambiar los resultados electorales. Estados Unidos y otros donantes amenazaron con no desembolsar la crítica ayuda financiera al menos que el gobierno aceptara este cambio de resultado. Un músico de derecha muy trumpiano, Michel Martelly, fue llevado a la presidencia. Una vez más, esta flagrante violación de la soberanía de Haití se llevó a cabo sin que la región reaccionara. Todo esto nos lleva al ascenso político de Ariel Henry. Por pedido de Martelly, Henry fue nombrado primer ministro por decreto presidencial pocos días antes del asesinato de Moïse, pero aún no había tomado posesión del cargo. En su lugar, el poder quedó inicialmente en manos del primer ministro de entonces, Claude Joseph. Pero, aproximadamente una semana después del magnicidio, el “Grupo Central”, un cuarto poder de facto que se formó tras el golpe de 2004 y compuesto en su totalidad por diplomáticos extranjeros, dio su apoyo a Henry. En pocos días, se convirtió en primer ministro. No fue la democracia la que llevó a Henry a asumir el poder, sino la intervención nociva de las potencias extranjeras. Esos mismos actores siguen apuntalando el débil gobierno de Henry, a pesar de los vínculos del primer ministro con el asesinato de Moïse. Uno de los principales sospechosos es un antiguo hombre de confianza de Henry, y los registros telefónicos muestran que ambos hablaron más de una docena de veces en el período previo al asesinato, y luego otra vez a las 4 de la mañana, apenas unas horas después del brutal crimen. Henry, no obstante, se ha negado a responder a las preguntas sobre lo que sabía y cuándo. En lugar de ello, despidió al fiscal que lo convocó a declarar, y ha socavado la autoridad de los jueces asignados al caso – el cuarto juez acaba de ser apartado del caso tras denunciar al gobierno por no proporcionarle protección y por “entregarle” a él y a su familia a “los asesinos”.  Tras más de nueve meses en el cargo, Henry no ha logrado consolidar una coalición capaz de dirigir el país y organizar nuevas elecciones. Se ha negado a abandonar el poder o a negociar con la oposición, incluida la histórica coalición de organizaciones de la sociedad civil que se han unido en torno a una agenda común para que el país vuelva a la democracia con soberanía. Mientras tanto, grupos de civiles armados, a menudo respaldados por policías y funcionarios gubernamentales corruptos, han llevado a cabo una campaña de terror en Puerto Príncipe, desplazando a miles de personas y matando a decenas. Líderes progresistas de todo el hemisferio han rechazado la decisión de Estados Unidos de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Argentina, que ostenta la presidencia pro témpore de la CELAC – una agrupación regional que, a diferencia de la OEA, no incluye a Estados Unidos ni a Canadá – ha criticado esta decisión, al igual que el Grupo de Puebla, que cuenta con un número importante de funcionarios y ex funcionarios de gobierno. El CARICOM comunicó que sus miembros están considerando un boicot a la cumbre si no se invita a Cuba, al igual que los presidentes de Bolivia y Honduras. El más directo ha sido el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. “Voy a insistir ante el presidente Biden en que ningún país de las Américas sea excluido de la cumbre del próximo mes”, dijo a principios de mayo. López Obrador tiene razón, y el mismo principio debe aplicar a Haití. Excluir a Henry de la cumbre no es una solución, pero los líderes regionales deberían tener las ideas claras cuando le estrechen la mano en Los Ángeles en junio, y harían bien en recordar sus lecciones de historia. La realidad es que América Latina tiene una enorme deuda con Haití, que, tras su exitosa revuelta de esclavos contra los franceses en 1804, proporcionó protección, dinero y municiones a Simón Bolívar en su lucha por la independencia contra España. A pesar de esto, a lo largo del siglo XXI, América Latina ha sido menudo cómplice del neocolonialismo estadounidense en Haití. Ya es hora de corregir

Jake Johnston / 05 Junio 2022

Op-Ed/Commentary

ArgentinaBrasilHaitiAmérica Latina y el CaribeEl Mundo Human Rights Watch: ¿demasiado alineada con la política exterior estadounidense?
Mark Weisbrot Últimas Noticias, 2 de octubre, 2016 Akal, 10 de octobre, 2016 El Ciudadano, 10 de octobre, 2016 APIA, 9 de octobre, 2016 Rebelion, 7 de octobre, 2016 Regeneración, 7 de octobre, 2016 ALAI, 5 de octobre, 2016 Emisora Costa del Sol , 2 de octobre, 2016 The Huffington Post, 23 de septiembre, 2016 The Nation, 23 de septiembre, 2016 Ver el artículo original In English Las organizaciones de derechos humanos se crean supuestamente para defender ciertos principios universales, tales como el Estado de derecho y la libertad ante la represión por parte del Estado. Pero, cuando sus sedes están en los Estados Unidos y estas se vuelven muy cercanas al gobierno de ese país, con frecuencia se hallan en sintonía con la política exterior de EE.UU. Los últimos acontecimientos en América Latina han puesto de manifiesto este problema. El 29 de agosto, el Senado brasileño destituyó a la presidenta electa, Dilma Rousseff, a pesar de que el fiscal federal asignado al caso resolviera que las gestiones de contabilidad por las que se le había acusado, no constituían delito alguno. Por otra parte, se filtraron las transcripciones de llamadas telefónicas entre los líderes políticos que impulsaron la impugnación, las cuales demuestran que buscaban deshacerse de Dilma a modo de protegerse de las investigaciones de corrupción en su propia contra. Ahora el nuevo gobierno intenta implementar una agenda de derecha ya derrotada en las últimas tres elecciones presidenciales. Parte de esa agenda de la derecha es crear una alianza cercana con Estados Unidos y su estrategia de guerra fría de "contención" y "retroceso" con respecto a los gobiernos de izquierda en América Latina. Aquí es donde entra Human Rights Watch (HRW), la organización más destacada de derechos humanos en Estados Unidos, en particular su división encargada de las Américas. HRW se abstuvo de presentar la más mínima crítica del proceso de juicio político. Peor aún, el director ejecutivo de la división de las Américas, José Miguel Vivanco, fue citado en los medios brasileños — el día en que el Senado votó para expulsar permanentemente a la Presidenta — declarando que los brasileños "deben estar orgullosos del ejemplo que le están dando al mundo." También elogió la "independencia del poder judicial" en Brasil. Sergio Moro, el juez que investiga los casos de corrupción política, se aleja mucho de ser independiente, pues tuvo que disculparse en marzo por haber filtrado a la prensa conversaciones intervenidas entre el anterior presidente Lula da Silva y Dilma; entre Lula y su abogado; y entre la esposa de Lula y sus hijos. Vivanco también parece apoyar la persecución política contra la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, mientras que alaba a su sustituto, el derechista apoyado por EEUU, Mauricio Macri. Fernández, junto con su pasado ministro de Hacienda y anterior director del Banco Central, han sido acusados de llevar a cabo lo que cualquier economista sabe que no es otra cosa sino una operación normal del Banco Central. Se trata evidentemente de un intento de eliminar de la política a una ex mandataria de izquierda que, junto con su antecesor y difunto marido, Néstor Kirchner, presidió un aumento enorme en la calidad de vida de los argentinos a lo largo de 12 años. Por supuesto, toda esta conducta se alinea estrechamente con la política exterior de Estados Unidos en la región; por ejemplo, la gestión Obama ha demostrado con claridad su apoyo al golpe de Estado brasileño. El 5 de agosto, el secretario de Estado John Kerry se reunió con el canciller interino de Brasil y celebró una conferencia de prensa conjunta con este para anunciar el “futuro positivo” de las relaciones entre EE.UU. y Brasil. Al hacer estas declaraciones conjuntas y actuar como si ya se tratara del verdadero gobierno de Brasil, cuando el Senado brasileño aún no había decidido el destino de la presidenta electa, Kerry dejó claro dónde estaba parado el Gobierno de Estados Unidos. El Departamento de Estado ya había enviado una señal similar en mayo, tres días después de que la cámara baja brasileña votara a favor de la impugnación de Dilma. Por su parte, el presidente Obama no dejó dudas acerca de su preferencia por el nuevo gobierno de derecha de Argentina, cuando su gestión levantó su oposición a los préstamos por parte de organismos multilaterales que había impuesto durante el gobierno de izquierda anterior, y que por supuesto contribuyó a los problemas del país con su balanza de pagos. Cuando el ejército hondureño derrocó al presidente Zelaya en 2009, la división de las Américas de Human Rights Watch hizo muy poco. Publicaron unas declaraciones en su sitio web en los meses siguientes al golpe de Estado, pero en gran parte no eran más que un saludo a la bandera. HRW cuenta con acceso a los medios de opinión y noticias más importantes de Estados Unidos. Sin embargo, en los meses después del golpe de Estado hondureño, HRW estuvo ausente en los medios. Por otra parte, Human Rights Watch, a diferencia de la OEA, la ONU y el resto del mundo, nunca pidió la restitución del presidente democráticamente electo. Durante este tiempo, la secretaria de Estado Hillary Clinton trabajó con éxito para evitar que Zelaya regresara a su cargo (lo cual admitió en su libro de 2014).  Aunque a ratos denuncia violaciones de derechos humanos por parte de gobiernos pro-estadounidenses, la división de las Américas de HRW también a menudo ignora o presta poca atención a los terribles crímenes que se cometen en colaboración con el Gobierno de Estados Unidos en este hemisferio. Uno de los peores ejemplos fue el derrocamiento del gobierno electo de Haití en 2004, después de lo cual hubo una matanza de miles de personas y encarcelamiento de funcionarios del gobierno constitucional.  La OEA también tiene una historia accidentada con respecto a los derechos humanos, incluso jugó un papel importante en el derrocamiento del Presidente electo de Haití en 2004 y revirtió los resultados de las elecciones de 2010 en ese país, por solicitud de Washington. No obstante, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA emitió un comunicado en septiembre expresando su preocupación por la destitución de Dilma, y el Secretario General de la OEA, un aliado firme de Estados Unidos, emitió una denuncia detallada, en términos mucho más contundentes, cuando se inició el proceso de destitución. Todo lo anterior contrasta marcadamente con las declaraciones de Vivanco en representación de la división de las Américas de Human Rights Watch. Repetida y sistemáticamente, HRW ha descartado o ignorado las críticas sinceras y bien documentadas en torno a sus conflictos de intereses. Estos incluyen cartas por parte de premios Nobel, antiguos altos funcionarios de la ONU y eruditos que instan a HRW a que "excluya del personal de HRW, de sus asesores o de miembros de la junta a quienes hayan elaborado o ejecutado la política exterior norteamericana", o incluso a que "quienes tengan responsabilidad directa en torno a las violaciones de derechos humanos" sean excluidos de participar en las juntas directivas de organizaciones independientes de derechos humanos como Human Rights Watch. Los gobiernos que cometen violaciones de los derechos humanos — lo cual incluye a casi todos los gobiernos del mundo — a menudo atacan a las organizaciones occidentales de derechos humanos o a sus aliados internos (a veces financiados por EE.UU.) por ser herramientas de los gobiernos occidentales. Por lo tanto es de vital importancia que las organizaciones de derechos humanos se apeguen a sus principios declarados y defiendan los derechos humanos, apartadas de los objetivos de la política exterior de Estados Unidos.   

Mark Weisbrot / 05 Octubre 2016

Op-Ed/Commentary

BrasilHaitiAmérica Latina y el CaribeVenezuelaEl Mundo Washington busca observadores que puedan influir en las elecciones de Venezuela
Mark Weisbrot Últimas Noticias, 2 de noviembre, 2015 Huffington Post, 18 de noviembre, 2015 Huffington Post Voces, 9 de noviembre, 2015 Agencia Latinoamericana de Información, 4 de noviembre, 2015 Ver el artículo original.  In English En Washington lo ven simplemente como la forma en que funciona el mundo. Del mismo modo en que los peces grandes se comen a los pequeños, y los leones cazan al antílope, no existe vergüenza moral en que el gobierno de Estados Unidos busque socavar, desestabilizar, o deshacerse de aquellos gobiernos electos democráticamente que no le gusta. Así las cosas, no es de extrañar que el esfuerzo múltiple para deslegitimar las elecciones a la Asamblea Nacional en Venezuela, previstas para el 06 de diciembre, sea comunicado y ampliamente aceptado acá, sin reservas, como un simple intento de garantizar una "observación creíble" para las elecciones. Los "observadores creíbles", retratados como el sine qua non de un "resultado creíble", son nada menos que la OEA (la Organización de Estados Americanos). Para percatarse de lo absurdo de tal suposición, sólo hace falta mirar hacia atrás unos pocos años, cuando la OEA nombró a una "Misión de Verificación de Expertos" para examinar las elecciones presidenciales en Haití. Dicha Misión hizo algo escandaloso, algo que nunca se había hecho - antes o después - en la historia del monitoreo electoral: Revirtió el resultado de la primera ronda de votación, sin realizar un reconteo de votos, ni siquiera una prueba estadística. En febrero de 2011 me encontraba en un panel con Fritz Scheuren, el estadístico principal de la Misión de la OEA, quien fue cuidadosamente seleccionado para que seis de los siete miembros fueran de los EE.UU., Canadá y Francia (sí, Francia fue incluida aunque los geógrafos afirman que no forma parte del hemisferio occidental). Como ex presidente de la Asociación Americana de Estadística, reconoció que la misión de la OEA no utilizó inferencia estadística alguna para sacar conclusiones del 8 por ciento de las actas de escrutinio que fueron examinadas. Las pruebas estadísticas realizadas por el CEPR, que incluyeron un amplio conjunto de simulaciones de votos faltantes, confirmaron que no había ninguna base estadística para la reversión por parte de la Misión de los resultados del voto. Con el país aún devastado por el terremoto de 2010, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Susan Rice, amenazó a Haití con cortar la ayuda que necesitaba desesperadamente si no aceptaban la reversión de los resultados electorales por parte de la Misión de la OEA. Michel Martelly, el candidato preferido por Washington, se ubicó entonces por encima en la segunda vuelta y se convirtió en presidente, hasta el día de hoy. En el 2013, la oposición venezolana salió a las calles denunciando el "fraude" en las elecciones presidenciales. Las protestas fueron violentas, y a diferencia del 2014, cuando se produjo violencia de ambas partes, en este caso provino de los manifestantes. No había base alguna para sus reclamos de fraude: una prueba estadística de la auditoría electoral mostró que la probabilidad de obtener el resultado oficial, si las elecciones en realidad hubieran sido robadas mediante el fraude era de menos de una de cada 25.000 billones. Sin embargo, hubo tres voces internacionales en el 2013 que se sumaron a la oposición y se negaron a reconocer los resultados, exigiendo un "recuento completo": el gobierno de Estados Unidos, el gobierno derechista de España, y – de forma reveladora – el jefe de la OEA en ese momento, José Miguel Insulza. Washington todavía aporta aproximadamente el 40 por ciento del presupuesto de la organización, y ha utilizado esta influencia para presionar a funcionarios de la OEA. Por todas estas razones, y muchas más, cualquier gobierno que haya sido objeto importante de un cambio de régimen durante más de una década por parte de EE.UU., tendría razón en desconfiar de los observadores de la OEA. Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, EE.UU. mismo y Canadá están entre los países que no han estado interesados ??en que la OEA observe sus elecciones. Sin embargo, casi todas las fuentes de los grandes medios pretenden que la OEA es apenas una garantía institucional neutra y necesaria contra el fraude. El Grupo de Crisis Internacional, Human Rights Watch, y la Institución Brookings todos se han sumado en cambote. ¿Y por qué no? La pretensión de observador desinteresado de la OEA, sin tener que rendirle cuenta a los poderes y dictámenes del imperio, es la misma en la que dichos organismos fundamentan su propia identidad. Pero muchos de estos actores cuentan con una trayectoria particularmente turbia en Venezuela durante la última década. El último giro ha sido la retirada por parte de Brasil de los observadores electorales de la UNASUR, un organismo que los medios de comunicación normalmente tienden a ignorar. Pero una vez más, es necesario conocer a los actores. Brasil había nombrado a Nelson Jobim, un ex ministro de Defensa, quien es conocido (según los cables diplomáticos filtrados, entre otras fuentes) de ser muy cercano a Washington y hostil hacia Venezuela. Normalmente, uno no se esperaría que la Presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, hiciera una concesión de este tipo a su oposición interna, de donde emana Jobim. Pero ella se encuentra bajo un ataque político serio, y su oposición (como casi todos los partidos políticos de derecha en América Latina) está alineado con Washington. Durante la última década en Venezuela se han visto una serie de esfuerzos fallidos por negar los resultados electorales (un breve repaso de algunas de las estafas más audaces, con enlaces, se puede encontrar aquí): incluyen estudios estadísticos falsos realizados por los académicos estadounidenses (2004), encuestas fabricadas por encuestadores estadounidenses prominentes (2004 y 2006), un boicot por parte de la oposición a las elecciones parlamentarias en 2005 y los esfuerzos del 2013 descritos anteriormente. Sin mencionar los intentos de golpes militares. La oposición nunca ha ganado una elección nacional en Venezuela desde que Hugo Chávez fue electo por primera vez en 1998. Esta vez, ellos piensan que pueden ganar, y tienen encuestas para apoyar dicha afirmación. Sin embargo, mucho depende de la participación, que ha sido su debilidad en las elecciones no presidenciales; y existe una diferencia política grande entre conseguir, por ejemplo, una mayoría simple o de dos tercios en la Asamblea. De ahí, el ataque preventivo para desacreditar las elecciones: Si logran un resultado peor de lo que esperaban, la oposición cantará fraude. Y los de línea dura, al menos, continuarán su camino extra-constitucional hacia un cambio de régimen. Este ha sido - con el apoyo de Estados Unidos - el plan B (a veces el plan A) durante buena parte de los últimos 16 años, a pesar de que no ha habido ni una pizca de prueba creíble de fraude electoral durante todo ese período. Mark Weisbrot es codirector del Centro para la Investigación Económica y Política en Washington, DC, y Presidente de Just Foreign Policy. También es autor del nuevo libro "Errados: en qué se equivocaron los 'expertos' acerca de la economía global" (Oxford University Press, 2015).

Mark Weisbrot / 02 Noviembre 2015

Op-Ed/Commentary

HaitiAmérica Latina y el CaribeEl Mundo USAID financió grupo político vinculado a Martelly en 2011
Jake JohnstonAl Jazeera America, July 15, 2015 Ver la versión original. en inglés La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglos en ingles) dio casi US$100,000 a un movimiento político de Haití con estrechos vínculos con el presidente Michel Martelly después de las elecciones del país de 2010, según revelan documentos obtenidos por Al Jazeera. El dinero fue asignado poco después de que Washington ayudara a dar vuelta a los resultados de las elecciones para empujar a Martelly al poder.En la tarde de las elecciones de Haití el 28 de noviembre de 2010, 12 de los 18 candidatos a la presidencia tomaron el escenario en el glamoroso Karibe Hotel, en lo alto de las montañas que rodean la capital. Las elecciones fueron un desastre fraudulento, le dijeron a la prensa reunida, y la única manera de salir de esto es cancelar la votación y empezar de nuevo.  El caos pronto envolvió a Puerto Príncipe y otras ciudades, cuando miles de jóvenes haitianos, muchos vestidos de color rosado, sinónimo de Michel “Sweet Micky” Martelly, salieron a las calles para denunciar al mismo tiempo el fraude electoral y anunciar la victoria de su candidato, muchos días antes de que se anunciara algún resultado oficial.En medio del caos, los actores internacionales se movilizaron. En una reunión de emergencia en la casa del jefe de la misión de paz de la ONU, Edmond Mulet, líderes diplomáticos forzaron al entonces presidente René Préval para que aceptara su oferta de un avión para sacarlo del país y evitar una confrontación mayor.Mulet también se acercó a los favoritos, entre ellos Martelly, diciéndoles que habían asegurado un lugar en la segunda ronda y que dejaran de hacer llamados para que se cancelaran las elecciones. Días más tarde, cuando el consejo electoral anunció los resultados preliminares que no incluían a Martelly para la segunda vuelta, las calles fueron tomadas una vez más en gran medida por los manifestantes pro Martelly. La Embajada de Estados Unidos emitió un comunicado cuestionando los resultados anunciados, lo que alimentó las manifestaciones en Puerto Príncipe.La presión de estos manifestantes favorables a Martelly -el día de las elecciones y durante las semanas siguientes- fue un factor clave para convencer a EE.UU. y otros testigos internacionales para intervenir en las elecciones de Haití y obligar a la autoridad electoral a que cambiara los resultados de la primera ronda, con el fin de asegurarse de que Martelly permaneciera en la boleta electoral.Según numerosos testimonios de primera mano, Mouvement Tét Kale (MTK), una organización política con estrechos vínculos con Martelly, participó activamente en estas movilizaciones callejeras. Ahora, documentos obtenidos tras solicitudes mediante la Ley la Ley de Información revelan que el gobierno de Estados Unidos más tarde proporcionó casi US$100,000 en apoyo al MTK, a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).El brazo de la USAID que financió al MTK (legalmente) puede proporcionar apoyo a grupos políticos, siempre y cuando se aporte apoyo a todos los partidos políticos por igual y no influya en los resultados electorales.La segunda ronda de esas elecciones, celebradas en marzo de 2011, fue la última elección celebrada en Haití. Alcaldes en todo el país vieron expirar sus periodos en 2012 y fueron reemplazados por funcionarios políticos que están hoy en el poder. También en 2012, un tercio del Senado llegó al final de su mandato; sin nuevas elecciones, esto ha obstaculizado gravemente la capacidad del Senado para alcanzar un quórum y legislar.El 12 de enero de 2015, en el quinto aniversario del terremoto, los periodos de los miembros de la Cámara de Diputados completa y otro tercio del Senado llegaron a su fin, permitiendo que Martelly gobierne por decreto.Todo este tiempo, el gobierno estadounidense ha estado del lado del Presidente. El 11 de enero, cuando los líderes se apresuraron para improvisar un acuerdo de último minuto para evitar que el Parlamento se disolviera, la Embajada de Estados Unidos emitió un comunicado que vertía agua fría sobre las esperanzas de un acuerdo. Incluso, si no se alcanzaba un acuerdo, escribió: “EE.UU. continuará trabajando con el presidente Martelly y cualquier institución gubernamental haitiana legítima que se mantenga”.Fondos de apoyo a grupos políticosFue a través de la Oficina de Iniciativas de Transición (OTI), rama de la USAID, específicamente mediante el contratista con fines de lucro Chemonics, que se proporcionó el apoyo para el MTK. El contrato de Chemonics con la USAID explica que su objetivo principal es “apoyar los objetivos de política exterior de EE.UU.”.  Además, si bien señaló que la “OTI no puede crear una transición o imponer la democracia”, la oficina puede “identificar y apoyar a los individuos y grupos clave (… ) En resumen, OTI actúa como un catalizador para el cambio, donde hay suficiente voluntad política interna”.En el período previo a las elecciones de Haití, la OTI financió campañas para aumentar el número de votantes que tenía como objetivo a los jóvenes de Haití, financió el primer debate televisado de Haití, y creó un sitio web para realizar un seguimiento de noticias y análisis de las elecciones. También proporcionó financiación a las organizaciones políticas en bandos opuestos, según un ex asesor técnico que trabajaba para el programa de la OTI para Chemonics y que habló bajo condición de anonimato debido a un acuerdo de confidencialidad con el contratista. El financiamiento de la USAID a los partidos políticos no es de por sí una violación de la política, a pesar de que está restringido. Los documentos que indican US$100,000 en apoyo al MTK no contienen información sobre alguna financiación a otros grupos.La ayuda a partidos políticos de la USAID, elaborada en 2003 bajo la administración de George W. Bush, estimula el apoyo (PDF) a los partidos políticos como una manera de fomentar “amigos y aliados” y desarrollar las relaciones con los gobiernos entrantes. La política también cubre a las ONG que “funcionan como partidos políticos de facto”. Sin embargo, se permite el apoyo sólo bajo ciertas condiciones, incluyendo que todos los partidos democráticos reciban “niveles equitativos de ayuda” y que la financiación no afecte los resultados electorales. Las exenciones deben obtenerse con el administrador de la USAID para cualquier financiamiento fuera del ámbito de la política. El jefe de prensa de la USAID, Lisa Hibbert-Simpson, confirmó en un correo electrónico que no hay exenciones solicitadas en Haití desde el terremoto.“Fue muy difícil ser no partidista”, dijo el exasesor técnico. En aquel momento, el programa de la USAID estaba dirigido por Chemonics y Development Alternatives Inc. (DAI). “Si un partidario de [Mirlande] Manigat va al DAI y pide ayuda (…) entonces OTI le pediría a Chemonics cómo ayudar al otro partido”. Un informe de 2009 del Servicio de Investigación del Congreso (PDF) sobre las actividades de la OTI calificó a la rama USAID de “abiertamente política” y dijo que si bien está sujeta a la política de apoyo a partidos políticos “su trabajo con frecuencia se presta a enredos políticos que pueden tener implicaciones diplomáticas”.Assad Volcy, un portavoz de la plataforma política de la oposición Pitit Dessalines, no se sorprendió cuando se le mostraron pruebas de apoyo de Estados Unidos al MTK. “Dan dinero para controlar el poder”, dijo.“Un movimiento electoral”En mayo de 2011, a solo unos días de la toma de posesión de Martelly, la USAID proporcionó US$98,928 en apoyo al MTK. De acuerdo con la base de datos interna de la actividad de Chemonics, el apoyo era para la limpieza de la capital “antes de la toma presidencial”. Chemonics y la USAID se negaron a ser entrevistados para este artículo. En un comunicado enviado por correo electrónico, la USAID dice que se proporcionaron herramientas de mano para limpiar las calles como parte de un programa de “compromiso cívico”.Tanto Chemonics como la USAID, en correos electrónicos por separado, utilizan exactamente el mismo lenguaje para describir al MTK, al llamar al grupo una “red de organizaciones de base comunitaria”, y no una organización política. Sin embargo, una persona que fue miembro del MTK de 2010 a 2014 y que pidió el anonimato por temor a represalias, explicó que desde el principio, MTK “fue un movimiento político”.El exmiembro del MTK explicó que antes de las elecciones, muchos haitianos compraron tarjetas de membresía color rosa que los declaraba “la Base de Michel Joseph Martelly” (BMJM). Se suponía que las tarjetas rosadas servirían para conseguir empleos a la gente con el nuevo gobierno, así como descuentos en negocios locales. También era una forma tremendamente exitosa para obtener información personal de miles de votantes potenciales. En ese momento, los analistas señalaron la similitud con los infames Tontons Macoutes, la brutal policía secreta activa bajo la dictadura de François “Papa Doc” Duvalier, que tenía un sistema similar de tarjetas de membresía que facilitó el clientelismo y los privilegios para sus titulares.La primera vuelta de las elecciones estuvo fatalmente viciada desde el principio. Con más de un millón de personas aun desplazadas por el terremoto y la epidemia de cólera que azotaba al país, se produjo una masiva privación de derechos previsible, porque la mayoría de los posibles electores simplemente se quedaron en casa. Los resultados iniciales dados a conocer por la autoridad electoral situaban a Manigat y al sucesor preferido de Préval, Jude Célestin, en la segunda vuelta electoral.Durante días, multitudes de partidarios de Martelly salieron a las calles de la capital intentando empujar a su candidato a la segunda ronda. Estaban vestidos con su emblemático color rosa y en voz alta declaraban su apoyo al MTK. Muchos de ellos también llevaban sus tarjetas de membresía rosadas. Manigat, su eventual rival en la segunda ronda, apodó a los partidarios callejeros la “milicia rosada” de Martelly y advirtió sobre la amenaza de tolerancia política que ellos representaban.“Era un movimiento electoral”, dijo durante una entrevista reciente en Puerto Príncipe un miembro actual del MTK, que ocupó diversos cargos en la organización y habló a condición de guardar el anonimato para evitar represalias. “Después de la primera ronda, nos fuimos a las calles a protestar (…) Este es el movimiento que puso a Martelly en el poder”.El ex miembro del MTK dijo que, al principio, a los miembros se les dio tarjetas BMJM, pero que después de la elección les entregaron tarjetas nuevas, con las siglas MTK estampadas en ellas. Mostró sus dos tarjetas, que ya expiraron.La presión de la calle y la presión diplomática liderada por Estados Unidos lograron revertir los primeros resultados de la primera ronda, en lo que el denunciante de la Organización de Estados Americanos (OEA), Ricardo Seitenfus, más tarde describió como un “golpe de Estado silencioso”. Una misión nominal de la OEA, pero en realidad, financiada en gran medida y controlada por el gobierno de los Estados Unidos, según los analistas, fue a Haití para analizar los resultados. Lo que recomendó la OEA no tenía precedentes. Sin ninguna base estadística, la misión, dijo que Martelly quedó en segundo lugar, y expulsó a Célestin de la segunda ronda. En una reunión privada en 2011, el jefe del equipo de estadística de la OEA, Fritz Scheuren, reconoció que en todos sus años, nunca había visto otro ejemplo de un resultado electoral que se revierte sin un recuento.En una entrevista en enero de 2015, en su casa, en el histórico barrio de Pacot de Puerto Príncipe, el primer ministro de entonces, Jean-Max Bellerive, dijo que la primera vez que recibió el informe de la OEA sobre las elecciones, estaba claro que las conclusiones que no estaban respaldadas con pruebas en el informe. Según Bellerive, Mulet no aceptaría un resultado que puso a Célestin en la segunda vuelta. Hillary Clinton, la secretaria de Estado de entonces viajó a Haití a finales de enero de 2011 para presionar por el vuelco de la primera vuelta electoral. “Tratamos de resistir y lo hicimos, hasta la visita de Hillary Clinton. Fue entonces cuando Préval comprendió que no había salida, y aceptó” el informe de la OEA, dijo Bellerive.Consolidación del poderSentado en una oficina con aire acondicionado, tras las puertas de Auction City en Petioville, el barrio rico de Haití, Georges Racine, el presidente del MTK defendió la misión social del grupo y comentó sobre la relación entre el movimiento y el partido.“Empezamos la organización basados en las necesidades de Haití, y así comenzamos a entrenar a los primeros en responder”, dijo, y agregó que el objetivo inicial era tener a los primeros miembros del MTK en todas las localidades de Haití. Y los miembros del grupo han aparecido junto a la primera dama de Haití y actual candidata a senador, Sophia Martelly, en eventos importantes, como el Carnaval. Miembros fueron invitados al Palacio Nacional para recibir los certificados por su formación en primeros auxilios. “Al principio había más apoyo”, dijo, pero ahora “los patrocinadores tienen miedo de respaldar la organización, ya que la ven como política”.Pero insistió en que el MTK es “totalmente independiente” del partido político de Martelly, Parti Haitiene Tét Kale (PHTK). Sin embargo, él no estaba tan seguro en el 2012, después de la creación del PHTK, cuando el principal diario de Haití, Le Nouvelliste, le preguntó sobre la relación del MTK con el partido. “No puedo decir si es un movimiento o si se trata de un partido. Contáctenme el lunes y voy a poder darle más información”, le dijo al periódico.Michel Martelly, un famoso músico de kompa, que actuó con frecuencia para miembros del brutal ejército de Haití bajo Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier, finalmente emergió triunfante de entre los escombros de las elecciones viciadas de Haití. Pero lo hizo sin una verdadera base política. Después de haber hecho campaña en la boleta de un pequeño partido, Repons Peyizan, llegó al cargo sin aliados en el Congreso y con menos del 5% de los votos del electorado.La USAID se apresuró a señalar que “Mouvement Tet Kale no es lo mismo que el Partido Tet Kale, que entró en vigor en 2012 -un año después de la toma de posesión y la donación”. No obstante, Bellerive explicó que en Haití los políticos montan movimientos electorales para llegar al cargo y que después consolidan su partido. Y no fue diferente con Martelly, dijo.En la sede del PHTK, detrás de un portón palaciego, rodeada de árboles frondosos, el representante del partido, Roudy Chute, explicó el papel del MTK, sobreponiendo su voz al fuerte zumbido de un aire acondicionado. “El MTK fue un movimiento de campaña, pero necesitábamos un partido político, y el presidente estuvo de acuerdo”, dijo. “Así que aprovechamos al MTK y formamos el PHTK.”“Después que creamos al PHTK, algunos querían quedarse fuera del partido para que no se les limitara en qué actividades podían participar”, dijo. “Recibimos ayuda del exterior (…) El MTK existe porque los necesitamos”.Racine, quien está activo en el PHTK, reconoció que durante la elección él y otros partidarios formaron el MTK con el fin de “ayudar a Martelly”. A la pregunta sobre su papel como jefe del MTK y su activismo político, Racine respondió que él “lleva dos sombreros”. Un cartel de la campaña de Martelly de 2010 lo mira desde la puerta. Racine se convirtió en secretario de Estado del Interior, el poderoso ministerio a cargo de la seguridad interior, en 2011, aunque más tarde, tranquilamente, renunció cuando surgieron interrogantes acerca de su ciudadanía haitiana.A la espera para hablar con Racine, Al Jazeera observó un SUV con vidrios polarizados y placas del gobierno que llegó al estacionamiento. De él descendió la esposa de Georges Racine, Magalie Racine. Su madre, una poderosa Tonton Macoute, dirigió un notorio campo de tortura durante la dictadura de François Duvalier, y los vínculos de la familia con las cifras de esa época son profundos. A principios de 2013, la señora se convirtió en ministro de la Juventud, el Deporte y la Cultura, que ha estado en el centro de las acusaciones de corrupción que involucran a la primera familia desde hace años. ¿Continúa el apoyo?En el depósito de almacenamiento del MTK, cajas de ropa usada alcanzan por lo menos 15 pies de altura, en medio de filas desordenadas de electrodomésticos y muebles viejos. Un joven que se desplaza por los alrededores mientras vienen y van camiones que dejan productos y montan carga fresca, explicó que gran parte del equipo viene de las aduanas haitianas, que proporciona bienes confiscados para Auction City, (la “ciudad de las subastas”), un gran centro de subastas y también la sede principal del MTK, para venderlos. Georges Racine lo confirmó. Esa relación es anterior a la elección de Martelly.Racine dijo inicialmente que el grupo no recibió fondos del gobierno de Estados Unidos, pero una vez que se le presentaron las pruebas de la financiación, reconoció que la USAID proporcionó cierto apoyo después de las elecciones de 2011. “Después pararon, creo por aprehensión. Ellos nunca lo dijeron, pero yo sospechaba que era porque nos veían como políticos”, dijo. La primera vez que él se acercó al gobierno de Estados Unidos para la financiación durante la campaña, los funcionarios ofrecieron construir el primer centro del movimiento, pero luego retrocedieron, dijo.La USAID confirmó por correo electrónico que “esta es la única subvención concedida por la USAID / OTI, a través de Chemonics, al MTK”. Pero ya sea deliberadamente o no, el gobierno de Estados Unidos continúa brindando apoyo al movimiento. Racine dijo que ha tenido problemas para conseguir fondos para el MTK y que el principal apoyo para el movimiento en este momento proviene de Auction City.Desde por lo menos 2003, la Embajada de Estados Unidos ha vendido su viejo equipamiento, incluidos los vehículos, a través de Auction City, proporcionando apoyo indirecto para Racine y sus grupos políticos. Un exfuncionario de la USAID, que no estaba autorizado a comentar sobre la relación y pidió no ser identificado, confirmó que Racine “tiene grandes subastas, a menudo de los equipos de la comunidad internacional, específicamente de la USAID (…) Ellos lo saben muy bien”.Las próximas eleccionesSin un parlamento funcionando desde enero, Martelly programó las elecciones por decreto, con la primera ronda de elecciones legislativas programada para el 9 de agosto. Aún así, la mayoría de los haitianos dijo en una encuesta reciente que no creen que las elecciones se vayan a realizar. Si tienen lugar, el partido político de Martelly estará en una posición de fuerza.Jean André Victor, el coordinador de la plancha MOPOD de oposición, dijo en su pequeña oficina, llena de carpetas viejas y papelería, que el Gobierno consolida el poder con el fin de debilitar a los partidos de oposición. “Las elecciones por amor a las elecciones, no son nada”, dijo. “La comunidad internacional ve las elecciones como el ‘Día de las Elecciones’, pero es el proceso lo que nos importa”.Después de haber pasado tres años consolidando su red, sin tener que competir en las elecciones, el PHTK pudo registrar más candidatos que cualquier otro partido político. Víctor y otros alegan que casi la mitad de los 128 partidos políticos registrados están estrechamente alineados con el partido del Presidente, con su presencia en las boletas que sirven sólo para confundir y dividir el voto. Pero si el PHTK tiene éxito, no será debido a la base de apoyo que empujó a Martelly a la Presidencia. La desilusión con el gobierno se estableció rápidamente. Una encuesta reciente mostró un índice de aprobación de casi 20 puntos inferior a la media nacional en el departamento de suma importancia, Oeste, el hogar de los muchos barrios más pobres de los cuales salieron sus partidarios a tomar las calles en 2010. El exmiembro del MTK se recostó en su silla plástica del jardín, su frustración con el movimiento claramente evidente. “Antes de las elecciones, ellos son tus amigos, pero después se van. Los que buscan el cambio se van a decepcionar. No hay ningún cambio con el MTK”, dijo, sacudiendo la cabeza. Traducido por Acento.com.do.  Jake Johnston es investigador asociado del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR). Él es el autor principal del blog Haiti: Relief and Reconstruction Watch. 

Jake Johnston / 22 Julio 2015

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