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La creciente carga de la deuda en los países del Sur Global: Un obstáculo para los objetivos climáticos y de desarrollo

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Resumen ejecutivo

Las instituciones internacionales consideran que casi 80 países de bajos y medianos ingresos se encuentran en situación de crisis de deuda o en grave riesgo de estarlo. Las tres cuartas partes de estos países también han sido señalados por los expertos como especialmente vulnerables a los impactos del cambio climático. La carga combinada de la crisis climática y del peso creciente de la deuda, perpetuada por una arquitectura financiera internacional injusta, es una receta perfecta para la devastación económica y social: cuando ocurren desastres climáticos, estos países se ven forzados a elegir entre cumplir con sus compromisos de deuda o salvar vidas. Este informe documenta la manera en que el pago de la deuda constituye un obstáculo directo para la capacidad de respuesta frente a los desastres climáticos en estos países, así como para financiar servicios públicos básicos y necesidades de desarrollo de largo plazo. Como resultado, los países se ven atrapados en un círculo vicioso que los mantiene endeudados, que perpetúa la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático y que les impide avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Hasta ahora, la respuesta de la comunidad financiera internacional ha sido inadecuada para ayudar a los países a romper este círculo vicioso. Se necesita con urgencia una respuesta más ambiciosa, que combine una actualización de los marcos de resolución de la deuda, medidas de alivio de la carga que ésta representa, más financiamiento basado en donaciones y una nueva asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG).

  • Duplicación de la deuda: El volumen de deuda pública externa en los países de bajos y medianos ingresos asciende a más de 3 billones de dólares (duplicando los stocks de deuda de 2010), casi el 60% de la cual está en manos de acreedores privados. Un período sostenido de bajas tasas de interés en las economías avanzadas tras la crisis financiera mundial provocó un aumento de los flujos de capital hacia los países en desarrollo, a medida que los inversores privados perseguían mayores rendimientos. Sin embargo, en años recientes estos países han experimentado dificultades económicas debido a los efectos derivados de la pandemia, la guerra en Ucrania y la suba acelerada de las tasas de interés a medida que los bancos centrales de las economías avanzadas han adoptado un enfoque centrado en la lucha contra la inflación. Como resultado, las instituciones financieras internacionales actualmente consideran que casi 80 países están en crisis de deuda o en grave riesgo de estarlo. Sin embargo, la deuda con los acreedores privados implica tipos de interés elevados y vencimientos de corto plazo y su reestructuración es muy difícil.
  • Costos climáticos: Los expertos en medio ambiente consideran que tres cuartas partes de los países que enfrentan problemas de sobreendeudamiento son además altamente vulnerables al cambio climático. A pesar de que  tienen una menor responsabilidad por la crisis climática, estos países enfrentan las mayores cargas en términos de los impactos de los desastres climáticos.  Los costos de las catástrofes climáticas pueden ser muy elevados, incluso para países generalmente considerados más resilientes.  Por ejemplo, se prevé que Argentina perderá alrededor del 3% de sus ingresos este año por pérdidas de exportaciones agrícolas como resultado de una grave sequía. Se estima que la pérdida acumulada en las últimas dos décadas de un grupo de países climáticamente vulnerables han sumado alrededor del 20% de sus ingresos anuales.
  • Vida y deuda: Los pagos de intereses sobre la deuda pública externa han aumentado considerablemente desde 2010 en los países de bajos y medianos ingresos en relación con sus ingresos por exportaciones. En 2021, los pagos de intereses en algunos países climáticamente vulnerables, como Guinea-Bissau, Lesoto y Sudán, representaron entre el 15% y el 25% de sus ingresos por exportaciones. Varios países con problemas de endeudamiento o en riesgo de padecerlos (como Egipto, El Salvador, Gambia, Ghana, Kenia, Senegal y Sri Lanka) pagaron entre el 6% y el 9% de sus ingresos por exportaciones sólo en concepto de intereses. En 16 países de bajos ingresos, los pagos de intereses ascienden a un promedio de alrededor del 4% de los ingresos de exportación, y a más del 10% si se incluyen los reembolsos del principal. Se calcula que este año el servicio total de la deuda superará las necesidades de inversión de los ODS, sin contar las vinculadas con el cambio climático, en más de 100 países de todo el mundo. La incapacidad de financiar estas necesidades implica costos humanos directos y repercute negativamente en la resiliencia climática, ya que se necesitan sistemas sanitarios, alimentarios, y otros sistemas sociales más sólidos para resistir los efectos de los desastres climáticos. En las economías dependientes de los combustibles fósiles, los mayores costos del servicio de la deuda obligan a retrasar la transición energética.
  • Iniciativas inadecuadas: La respuesta internacional ante la crisis climática y el creciente riesgo de crisis de deuda ha sido inadecuada. El Marco Común del G20 para la reestructuración y el alivio de la deuda excluye a los países de ingresos medios, ha tenido una magra adopción por parte de los países elegibles y no cubre la deuda privada y multilateral, que comprende el 70% del volumen de deuda de los países elegibles. El nuevo programa de préstamos a largo plazo enfocado en el cambio climático del FMI, el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad, también tiene un alcance limitado, aumenta la carga de la deuda de los países y potencialmente impone medidas de austeridad perjudiciales.
  • Qué funcionaría: Para evitar que los países se vean obligados a adoptar medidas de austeridad, los marcos de resolución de la deuda necesitan una actualización urgente para un tratamiento más rápido y justo de la deuda que incluya a todas las clases de acreedores. Además, adecuaciones legales pueden obligar a los inversores privados a conceder las mismas condiciones de reestructuración que los acreedores del sector público. El alivio de la deuda por parte de todos los acreedores y un mayor financiamiento basado en donaciones por parte de los países ricos  —principales responsables de la crisis climática actual— pueden proporcionar los fondos para las necesidades climáticas y de desarrollo en los países de bajos y medianos ingresos. Aún más, una nueva asignación de DEG serviría como una forma rápida de dar a los países climáticamente vulnerables y restringidos por la carga de la deuda un mayor espacio fiscal. La asignación de DEG de agosto de 2021 fue utilizada eficazmente por los países en desarrollo para obtener un alivio fiscal urgente y abordar otras vulnerabilidades. Una nueva asignación —que está siendo impulsada por la sociedad civil y actores políticos de todo el mundo— sería igualmente eficaz.

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