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Más DEG para América Latina y el Caribe: una oportunidad en tiempos de múltiples crisis
El presente informe evidencia que las emisiones de derechos especiales de giro (DEG) son un instrumento idóneo para mitigar los efectos de las múltiples crisis que los países de América Latina y el Caribe enfrentan en la actualidad.
Andrés ArauzFrancisco Amsler /
21 Noviembre 2023
Op-Ed/Commentary
Crisis económica y recuperaciónEl DesarolloEE. UU.Sector del trabajo
El año 2022 será un muy buen año económico
The Virginian-Pilot
Daily Press
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Wealth Creation Investing
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Mi opinión podrá ser minoritaria, pero estoy muy confiado en que el 2022 será un muy buen año económico. Estamos ante una situación con bajo desempleo, baja inflación y salarios reales altos: probablemente la mejor situación económica que hemos visto en muchas décadas.
En las últimas semanas, la inflación ha ocupado un lugar central en la mente de la gente, ya que los medios de comunicación nos han contado un sinfín de historias sobre el aumento de los precios de la gasolina, la leche y otros artículos. Muchos se han convencido de que la inflación sólo aumentará, superando los salarios y dejando a la mayoría de los trabajadores en peor situación. Pero esto no sucederá.
En este momento, vemos una inflación causada por problemas en las cadenas de suministro en el contexto de la reapertura de la economía. Prueba de ello es que vemos grandes incrementos en la inflación en casi todas partes. El Reino Unido, Alemania, España y muchos otros países han experimentado aumentos de precios similares a los que vemos en los Estados Unidos.
Esto es importante porque llegará el momento en que estos problemas en las cadenas de suministro sean superados. Cuando esto ocurra, la inflación se ralentizará y, en muchos casos, se revertirá.
Ya estamos viendo esto suceder en algunos casos. El precio de la gasolina aumentó en aproximadamente un 50 por ciento el año pasado. Esto fue el resultado del aumento de los precios del petróleo a raíz de la recesión pandémica. Los productores de petróleo que cerraron operaciones durante la pandemia se han visto sorprendidos por el rápido crecimiento de la economía. Ahora se están poniendo al día, y el precio mundial del petróleo ha bajado un 20 por ciento desde su pico en noviembre. Pronto los precios del gas seguirán la tendencia descendente de los precios del petróleo.
Algo parecido pasa con los automóviles. Los precios de los automóviles nuevos y usados se dispararon el año pasado principalmente porque la escasez mundial de semiconductores obligó a los fabricantes de automóviles a recortar la producción. Muchos fabricantes han recuperado su capacidad de producción ahora, y es probable que otros lo hagan pronto. Esto significa que los aumentos de precios de 2021 se revertirán en gran medida en 2022.
Con la inflación cayendo rápidamente, los salarios de los trabajadores alcanzarán más. En 2022, muchos trabajadores deberían estar en condiciones de asegurar aumentos salariales que superan con creces la inflación.
La tasa de desempleo del 4,2 por ciento reportada para noviembre ya es baja según los estándares históricos, y seguirá siendo baja en 2022. Es probable que veamos una tasa de desempleo cercana al 3,5 por ciento a mediados de año, la más baja en 50 años
El bajo desempleo beneficia principalmente a los trabajadores más desfavorecidos. En un mercado laboral ajustado, los trabajadores negros y latinos, los trabajadores con menos educación y las personas con antecedentes penales están obteniendo oportunidades que tipicamente no tienen.
También es probable que las tasas hipotecarias se mantengan bajas. Esta es una buena noticia tanto para los compradores de vivienda como para las personas que aún no han refinanciado su hipoteca.
Las bajas tasas de interés hipotecarias también deberían ayudar a impulsar el tipo de transición que comenzó durante la pandemia, al tiempo que aumentan las oportunidades para trabajar desde casa. Con muchos empleadores ahora haciendo permanentes las opciones de trabajo desde casa, la gente se está mudando de ciudades más caras como Nueva York y San Francisco a pueblos y ciudades con precios más bajos. Este proceso se acelerará en 2022.
La gran incógnita para la economía en 2002 es el curso que tomará la pandemia. Hay mucha incertidumbre, pero también algunos motivos para el optimismo, a pesar del fuerte aumento de casos y muertes en esta temporada navideña. Las tasas de vacunación continúan aumentando y la evidencia sugiere que las personas completamente vacunadas están protegidas en gran medida contra enfermedades graves o la muerte.
Otro factor que podría ser una buena noticia es la prevalencia de la variante ómicron. Sabemos que la cepa ómicron es más transmisible que la cepa delta u otras variantes de la COVID-19. Pero la evidencia hasta ahora sugiere que es considerablemente menos peligrosa. Aunque los casos han aumentado drásticamente en Sudáfrica, el primer país donde se identificó el ómicron, no ha habido un aumento correspondiente en las hospitalizaciones y muertes.
Todavía es temprano, y el panorama podría cambiar cuando tengamos más información. Sin embargo, por lo que estamos viendo hasta ahora, si el ómicron se convierte en la variante dominante, es posible que tengamos menos que temer de la pandemia.
Este es mi pronóstico para 2022. Son buenas noticias en su mayoría, pero perdura una gran incertidumbre fruto de la pandemia.
Dean Baker /
22 Diciembre 2021
Op-Ed/Commentary
CoronavirusCrisis económica y recuperaciónPropiedad IntelectualEE. UU.
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Sin Permiso, 20 de marzo, 2021
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A medida que avanzan los planes de vacunación, varios expertos en salud pública nos advierten que la pandemia puede resurgir por la aparición de nuevas cepas resistentes a las vacunas. La lógica dice que cuanto más personas estén protegidas contra la cepa dominante aparecerán nuevas mutaciones, y las vacunas con las que contamos ya no serían eficaces. Esto puede colocarnos en una situación de "whack-a-mole" (un juego mecánico en el que hay que darle martillazos a varios topos que vuelven a aparecer todo el tiempo (NdT), debiendo alterar constantemente nuestras vacunas y volver a aplicarlas para limitar la muerte y el sufrimiento por la pandemia.
Como nunca antes, esta situación muestra la urgencia de acelerar la investigación sobre vacunas. Aunque la cuestión es que sería deseable que rápidamente las pruebas sobre las nuevas cepas se compartieran y también los ensayos sobre la eficacia del lote actual de vacunas en relación con cada una de las nuevas cepas.
El problema de los monopolios de patentes
Ni duda cabe que es poco probable que estas cosas ocurran, mientras las compañías farmacéuticas sólo intenten maximizar los beneficios de los monopolios de patentes que les otorgan los gobiernos. Tienen pocos incentivos para compartir pruebas capaces de poner en evidencia que sus vacunas podrían no ser eficaces ante determinadas cepas. Las agencias reguladoras deberían tomar esta determinación y divulgar públicamente sus hallazgos aunque a Pfizer, por ejemplo, no le interesa divulgar sus hallazgos de manera abierta.
El problema que supone la protección de los derechos de propiedad intelectual en pandemia ha recibido una atención considerable en el resto del mundo -aunque no en Estados Unidos-, a raíz de una resolución presentada por India y Sudáfrica en la Organización Mundial del Comercio. Si tal resolución se aplicara, se dejarían sin efecto los reclamos de patentes y otros derechos de propiedad intelectual sobre vacunas , tratamientos y pruebas mientras dure la pandemia. La resolución cuenta con un apoyo aplastante por parte de los países en desarrollo, aunque Estados Unidos y otros países ricos están prácticamente unidos en la oposición.
Luego de la presentación de la resolución, varios analistas argumentaron que poner fin a la protección de la propiedad intelectual no aceleraría la expansión de las vacunas (aunque en general no abordaron la cuestión de los tratamientos y las pruebas). El argumento fue que la producción de vacunas supone complejos procesos de fabricación que otros productores no estarían en condiciones de replicar, aún cuando no estuvieran bloqueados por los monopolios de patentes. También argumentaron que existen límites para escalar la producción, y que estos limites no se verían afectados por la eliminación de los monopolios de las patentes.
Sobre el primer punto no hay discusión. Pfizer, Moderna y otros fabricantes de vacunas tienen un conocimiento específico de los procesos de fabricación que no está disponible de manera amplia; y si bien es probable que con el tiempo los productores de otros lugares sean capaces de replicar sus procesos, nos gustaría que estas empresas compartieran directamente sus conocimientos de fabricación.
Y esto podría hacerse de dos maneras: podríamos pagarles para que transfieran sus conocimientos y organizar seminarios y consultas con los ingenieros de otros fabricantes para que se pongan al día lo antes posible. Lo ideal sería negociar unas condiciones que fueran aceptables para estas empresas.
Ahora bien, supongamos que Pfizer, Moderna y el resto no estuvieran dispuestos a vender, o no quieren hacerlo a un precio razonable. Entonces tenemos una segunda posibilidad: ofrecerles mucho dinero de manera directa a las personas que tienen los conocimientos necesarios. Supongamos que les ofrecemos entre 5 y 10 millones de dólares a los ingenieros más aptos durante un par de meses para que trabajen con ingenieros de todo el mundo. Obviamente que Pfizer y Moderna podrían demandarlos, entonces nosotros pagaríamos la cuenta de sus honorarios legales y el dinero que puedan perder en los acuerdos. Las sumas son triviales en relación con las vidas que podrían salvarse y los daños que se evitarían con una difusión más rápida de las vacunas.
Si estas empresas realmente emprendieran acciones judiciales, también sería una gran oportunidad, porque le mostrarían al mundo su afán de lucro y la enorme corrupción del actual sistema de financiación de los monopolios de patentes.
De acuerdo, supongamos que somos capaces de superar los obstáculos y lograr que los conocimientos de estas empresas se distribuyan libremente por todo el mundo. Todavía tenemos el argumento de que hay límites físicos para escalar la producción de vacunas.
En este argumento hay dos puntos. En primer lugar, aunque es innegable que hay límites, todavía podríamos avanzar más deprisa. Nadie tenía vacunas en el mes de marzo de 2020, pero los principales productores tenían la capacidad de producir decenas de millones de dosis al mes en noviembre, un período de menos de ocho meses.
Desafortunadamente es altamente probable que la pandemia siga siendo un problema grave en una buena parte del mundo en octubre de este año. Esto significa que si reprodujéramos las instalaciones de Pfizer, Moderna y los demás fabricantes principales, podríamos disponer de suministros adicionales en un plazo de tiempo en el que todavía sería enormemente útil, y el objetivo de octubre no supone ningún aprendizaje que acelere el proceso.
Recientemente Pfizer anunció haber descubierto algunos cambios en su proceso de producción que permitirían casi duplicar el ritmo de su producción. Por supuesto es una gran noticia que además significa que quienes aseguraban que no había forma de acelerar la producción no estaban en lo cierto.
Y este hallazgo de una producción más rápida por parte de Pfizer también hace que nos preguntemos si los ingenieros de Pfizer son los únicos en el mundo que tienen capacidad para descubrir nuevas formas de acelerar la producción. Digámoslo así: si el conocimiento del proceso de producción de Pfizer fuera libremente compartido con los ingenieros de todo el mundo, ¿sinceramente pensamos que no habría nadie con capacidad para aportar nuevas mejoras?
La lucha contra las variantes
Esto nos vuelve a mostrar la necesidad de pasar al código abierto para combatir la propagación de nuevas variantes resistentes a las vacunas. En este momento, tenemos más de media docena de vacunas que se están distribuyendo ampliamente en países de todo el mundo. Además de las estadounidenses y europeas, hay al menos dos de China (al parecer, el país acaba de aprobar una tercera), una vacuna de la India y otra de Rusia. Estas vacunas tienen tasas de eficacia diferentes y sin lugar a dudas también tendrán diferentes tasas ante las nuevas cepas.
Ante las numerosas quejas sobre la falta de transparencia en los resultados de los fabricantes no estadounidenses y europeos, preciso es recordar que incluso los fabricantes estadounidenses y europeos no han sido totalmente abiertos con los resultados de sus ensayos. Sería ideal que todas estas empresas divulgaran plenamente los resultados de sus ensayos clínicos para que los investigadores de todo el mundo pudieran ver en qué grupos de personas fue más eficaz cada una de las vacunas y qué resultados obtuvieron en la protección contra las distintas cepas.
Huelga decir que conseguir la total divulgación es algo que habría que negociar, pero para eso dios creó los gobiernos. En principio, esto debería ser una tarea no imposible, porque finalmente el control de la pandemia lo antes posible nos beneficia a todos. La tarea no requiere tanto esfuerzo, los fabricantes de vacunas tienen los datos, sólo tenemos que lograr que se publiquen en la web.
Si dispusiéramos de toda la información sobre la eficacia de cada vacuna, y si los fabricantes de todo el mundo tuvieran permiso para producir cualquier vacuna sin tener que enfrentarse a juicios de propiedad intelectual, estaríamos mejor situados tanto para contener la pandemia como para responder rápidamente ante la aparición de nuevas cepas. Obviamente esto supone plantear si nuestro sistema actual de financiación de monopolios de patentes es la mejor manera de apoyar el desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas, pero es un riesgo que vale la pena correr.
Dean Baker /
20 Marzo 2021