27 Septiembre 2009
Mark Weisbrot
The Guardian Unlimited, 27 de septiembre, 2009
En inglés
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“El viejo sistema de cooperación económica internacional se ha acabado,” anunció Primer Ministro Gordon Brown, de Inglaterra en la cumbre del Grupo de los veinte. “El nuevo sistema, desde hoy, ha comenzado.”
La primera parte de esa declaración es parcialmente verdadera (vea abajo). La segunda es fantasía.
El Grupo de los veinte no es un sistema de cooperación económica, ni un consejo de directores, ni un consejo que gobierna para la economía mundial, para elegir algunos de los términos que han aparecido en los medios. Es un foro en el que los presidentes de veinte economías discuten algunos de los temas económicos importantes. Tiene muy poca capacidad de implementar decisiones directamente.
Las instituciones que sí tienen la capacidad de imponer y hacer cumplir políticas económicas son el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, y la Organización Mundial de Comercio (OMC). Estos primeros dos son controlados directamente por los países ricos, mayoritariamente por el Departamento de Tesoro de los Estados Unidos. La tercera organización que toma decisiones, que afectan a cientos de millones de personas, la OMC, no es controlada tan completamente por los Estados Unidos y algunos otros países ricos como lo son las otras dos, ya que fue formada medio centenario después. Los países en desarrollo tienen un poder formal que es el derecho de veto en la toma de decisiones. A pesar de esto, todavía sigue siendo dominada por los países ricos, y más importante, sus reglas favorecen más a los países ricos que a los países en desarrollo- especialmente para las corporaciones en los países ricos. Por ejemplo, el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC, conocido en inglés como el TRIPs) está inequívocamente diseñado a extraer dinero desde a través del mundo para los dueños de patentes, como las grandes empresas farmacéuticas.
Los hechos ayudan a poner el Grupo de los veinte en contexto. Primero, la expansión del Grupo de los ocho, al Grupo de los veinte es más que nada un cambio simbólico. Como los países ricos controlan las instituciones con el poder verdadero- además de sus enormes poderes económicos internacionales, militares, y sus influencias diplomáticas– el Grupo de los veinte sigue siendo más que nada el Grupo de los siete con otros 13 países escuchando. (Estoy contando el miembro del Grupo de los ocho, Rusia, con los otros países de mediano ingreso. Los países ricos todavía ni han permitido que Rusia se incorpore al OMC).
Adicionalmente, el nuevo y aumentado Grupo de los siete no es ni tanto lo que era hace 25 años, en cuanto a su poder de tomar decisiones. Por ejemplo, en 1985 cinco de los países del Grupo de los siete )los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania y Japón) acordaron en el Acuerdo Plaza bajar el valor del dólar. Esto fue llevado a cabo a través de intervenciones coordinadas con los bancos centrales. El dólar perdió más de un tercio de su valor durante los próximos dos años.
Hoy, el dólar es todavía más sobre evaluado, y como resultado de eso tenemos un desequilibrio mundial muy grande, que el Grupo de los veinte, en su declaración final ayer, prometió rectificar. Sin embargo, usted no debe esperar que hagan algo sobre el tema.
Por ahora, el gobierno de los Estados Unidos no tiene una posición lógicamente coherente sobre este tema. El Secretario del Tesoro Tim Geithner dice que queremos un “dólar fuerte.” Al mismo tiempo, nuestro gobierno se queja de que China esta manteniendo devaluado su moneda. Estas dos declaraciones son lógicamente contradictorias, ya que una moneda China despreciada es igual a un “dólar fuerte.” Y sin una caída en el valor del dólar- no sólo contra la moneda China pero también otros- nosotros no podemos esperar que los desequilibrios en el comercio mundial se corrijan. (El déficit de comercio de los Estados Unidos ha caído más de la mitad desde que la recesión comenzó, pero esto será reversado cuando la economía se recupere.)
Una solución a este problema también necesitaría que el Grupo de lo siete acepte a China como un socio, con igualdad, algo que no parecen tener la voluntad de hacer. La economía de China es ahora la tercera más grande del mundo (o segunda más grande, depende de como es convertida la moneda).
El FMI es la institución más poderosa de las instituciones controladas por los Estados Unidos y sus aliados ricos, y actualmente tiene más o menos 50 acuerdos con países be bajo y mediano ingreso. En la mayoría de estos acuerdos se han recetado políticas económicas “pro-cíclicas” como cortes en los presupuestos y atiesamiento monetario que empeora el impacto de la recesión mundial. Por muchos años los países en desarrollo han exigido más acciones con derecho a voto, pero la pequeña (1.8 por ciento) redistribución en 2006 fue insignificante. En la cumbre de esta semana los líderes prometieron redistribuir un cinco por ciento de las acciones con derecho a voto de países sobre-representados a los que están menos representados. No está claro si esto realmente vaya a pasar. Fue reportado que los gobiernos Europeos estaban molestos con la idea de renunciar a un poco de su influencia, a pesar de que ellos casi nunca han votado en contra de los Estados Unidos en el FMI en los últimos 65 años. Pero aunque se corra cinco por ciento, esto no cambiará el desequilibro de poder. Los Estados Unidos, con sus acciones de 65 por ciento, podrán hacerlo un veto a cualquier decisión importante que toma 85 por ciento y junto con sus aliados, tendrá una mayoría para casi todo lo que quiera.
La mayoría de otros temas que el Grupo de los veinte incluye en el último comunicado son o inadecuados o tendrían que ser implementados a nivel de países individuales. Esto incluye las muy necesitadas reformas financieras – parece que a los países ricos les cuesta mucho decir “demasiado grande para fallar es demasiado grande” – y estímulos económicos. Y para los países pobres, donde la recesión ha llevado a millones de personas un poco más cerca al borde de la sobre vivencia – los países del Grupo de los siete todavía no han perdonado las deudas de manera importante. Los préstamos son mejor que nada, aunque hasta estos pueden ofrecer solamente una fracción de la entrada de capital que los países pobres han perdido como consecuencia de la recesión mundial, que han causado los países ricos. Pero la mayoría de los países pobres ya tienen demasiada deuda, y no pueden permitirse que se les sume más.
La reforma en la parte de arriba del sistema económico internacional aun está muy lejos.
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política económica. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.