Las elecciones en Venezuela presentan una oportunidad para que Washington cambie de rumbo

06 Diciembre 2006

6 de diciembre, 2006, Mark Weisbrot     En inglés

McClatchy-Tribune Information Services – 6 de diciembre, 2006
Aniston Sunday Star (Alabama) – 10 de diciembre, 2006
Tallahassee Democrat (Florida) – 11 de diciembre, 2006
Pittsburgh Tribune-Review (Pennsylvania) – 17 de diciembre, 2006
Topeka Capital-Journal (Kansas) – 29 de diciembre, 2006

La victoria arrolladora de Hugo Chávez  en las elecciones presidenciales del domingo pasado pueden ser una oportunidad para abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.  Fue una de las elecciones mas monitoreadas internacionalmente, con observadores de la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea una vez más aprobando los resultados y el proceso.  Ésta es la cuarta vez que Chávez ha participado en elecciones y ha ganado, si es que incluimos el referendo de agosto del año 2004, en el que ganó por un margen igualmente importante. Como el famoso sociólogo brasileño Helio Jaguaribi dijo recientemente, Chávez es “el presidente más electo del hemisferio.”

Éste sería un buen momento para que el Presidente Bush llamara a felicitar al Presidente Chávez y enterrar el hacha con nuestro cuarto mayor proveedor de petróleo.  Para aquellos quienes no están de acuerdo con que Chávez haya llamado al Presidente Bush “el Diablo” el pasado septiembre en las Naciones Unidas, vale la pena mencionar que el jueves, el Presidente Bush llamó a felicitar al economista de izquierda Rafael Correa, presidente electo de Ecuador.  Cuando le preguntaron sobre los comentarios que hizo Chávez en las Naciones Unidas en septiembre, Correa comentó que era “un insulto al Diablo,” y agregó un par de observaciones propias sobre el Presidente Bush que no hace falta repetir aquí.

Correa respondió cortésmente a la llamada del Presidente Bush y lo calificó de “noble” por haberle llamado.  El día después de nuestras elecciones en el Congreso,  un reportero le recordó al Presidente Bush que la nueva presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, recientemente le había calificado de mentiroso, incompetente, y peligroso, y le preguntaron cómo es que podrá trabajar con ella.  Él respondió que “si uno mantiene rencores en este tipo de trabajo, nunca podría lograr nada.”

Bien dicho.  Ahora, ¿por qué no aplicar esta filosofía a Venezuela? El grupo escogido por el Congreso, el Grupo de Estudios sobre Irak, ha concluido con recomendaciones de diálogo hasta con Irán y Siria. Aquí está una democracia a tan sólo unas horas de vuelo desde Miami, que nunca ha hecho nada para lastimar a Estados Unidos y ha sido siempre un proveedor de petróleo confiable.  ¿Por qué no tener diálogo en este hemisferio también?

La estrategia de la Administración de Bush de tratar de aislar a Venezuela de sus vecinos, obviamente, ha fallado.  Hace dos semanas el Presidente Lula da Silva de Brasil hizo su primer viaje al exterior después de su reelección, a Venezuela, donde estuvo junto a Chávez en la inauguración de un puente de mil doscientos millones de dólares que fue financiado por el gobierno brasileño, elogiando a Chávez y prácticamente endorsando públicamente su candidatura a la reelección.  La mayor parte de América Latina apoyó la candidatura de Venezuela para un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, esto, a pesar de amenazas y súplicas por parte de la Administración de Bush.  Parece ser que Washington ha sido exitoso en aislarse a sí mismo en el hemisferio, más que aislar a Venezuela.

Es probable que Chávez vaya a responder positivamente a esta muestra de paz, aunque su rencor contra la Administración de Bush va más allá de un simple intercambio de palabras poco placenteras – como cuando Donald Rumsfeld lo comparó a Hitler.  La Administración abiertamente apoyó el golpe militar en contra de su gobierno electo democráticamente en el año 2002, y de acuerdo al Departamento de Estado de Estados Unidos, prestó ayuda financiera y otros tipos de apoyo a “individuos y organizaciones que, se entiende, están activamente involucrados en la breve expulsión del gobierno de Chávez.” Es esto y otros tipos de apoyo brindados a la oposición política en Venezuela que ha hecho mucho daño a la relación de los dos gobiernos.*

Pero los más conservadores que vieron a Venezuela como “otra Cuba” y la política de cambio de gobierno como la estrategia preferida – gente como Otto Reich y Roger Noriega – ahora están fuera de la Administración de Bush y muchos diplomáticos de carrera en el Departamento de Estado acogerían bien una nueva política de acción, especialmente porque Chávez será presidente de Venezuela por otros seis años más.

Chávez es conocido por sus arrebatos poco diplomáticos, pero él también tiene un lado pragmático: el tiene buenas relaciones con sus opositores ideológicos, como el Presidente Álvaro Uribe de Colombia, a pesar de los problemas y la violencia entre las guerrillas y paramilitares a lo largo de más de 2 mil 200 kilómetros de frontera que han causado serias fricciones entre los dos gobiernos.

Al resto de la región también le gustaría ver que la pelea se acabara.  La mayoría de países han rechazado el nuevo marco de la “Guerra Fría” en el que se basa, y no quieren tener que escoger lados.  Y los que vivimos en Estados Unidos no queremos tener más enemigos en el mundo.


Mark Weisbrot es director adjunto del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research—CEPR) en Washington, EE.UU.


* Nota a los editores: como estos hechos están bien documentados pero no se conocen mucho en Estados Unidos, adjunto aquí una explicación más detallada además de documentación sobre el apoyo brindado al golpe de estado por parte de la Administración de Bush.  También vale la pena mencionar que la Administración de Bush ha aumentado su apoyo financiero a grupos de la oposición después del golpe de estado, incluyendo a gente que estuvo involucrada en la devastadora huelga petrolera del 2002-2003, y USAID continua financiando a organizaciones en Venezuela con millones de dólares pero se niega ha revelar quienes reciben este dinero.

Primero, de acuerdo a la Oficina del Inspector General del Departamento de Estado de Estados Unidos,


“[E]s claro que el Fondo Nacional para la Democracia (NED-National Endowment for Democracy), el Departamento de Defensa (DOD), y otros programas de asistencia estadounidenses han proporcionado entrenamiento, fortalecimiento de instituciones, y otras formas de apoyo a individuos y organizaciones que, según se tiene entendido, estuvieron activamente involucrados en la breve expulsión del gobierno de Chávez.” [1]

Segundo, y aún más importante, la Administración de Bush supo con anticipación sobre el golpe de estado y luego fingió no saber nada una vez que ocurrió, diciendo que no fue un golpe de estado, en un intento para que éste fuese exitoso.  Ésta es una forma de participación.  Para hacer una analogía: imaginen que alguien me dice que va a matar a otra persona, y luego lo hace.  Él luego dice que fue en defensa propia.  Si yo luego voy a la policía, con conocimiento pleno de que el crimen fue planeado, y digo que fue en defensa propia, estoy participando en el crimen.  En este sentido, entonces, Washington, estuvo involucrado en el golpe de estado.

Durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca el 16 de abril del 2002, el portavoz Ari Fleischer dijo que el gobierno de Estados Unidos no tuvo conocimiento alguno de ningún plan de golpe de estado en Venezuela: “los eventos fueron volátiles, los eventos fueron fluidos.  Los eventos no fueron anticipados.” [2]

Sin embargo, el 6 de abril del 2002, el Reporte de Inteligencia (unos días antes del golpe de estado) indicaba: “facciones militares disidentes, incluyendo algunos oficiales de alto rango descontentos con el gobierno y un grupo de oficiales subalternos radicales, están incrementando esfuerzos para organizar un golpe de estado contra el Presidente Chávez, posiblemente para este mes.  Para provocar una acción militar, los conspiradores podrían tratar de causar tensiones sociales y disturbios en las demostraciones de la oposición planeadas para más adelante este mes u organizar una huelga en la compañía de petróleo del estado, PDVSA.”[3]  Reportes de inteligencia como éste generalmente son leídos por unos 200 oficiales en cargos públicos en la Administración de Bush.

Anteriormente, un Reporte de Inteligencia de la CIA el 11 de marzo del año 2002 advirtió: “Si la situación se deteriora y las demostraciones se vuelven más violentas o si Chávez intenta algo inconstitucional para aumentar sus poderes, las fuerzas armadas militares podrían intentar derrocar al gobierno.” [4]

Por lo tanto, está claro que oficiales estadounidenses en los más altos niveles del gobierno, fueron informados sobre un anticipado y probable golpe militar contra el gobierno de Chávez.  Pero cuando el golpe de estado ocurrió, la Casa Blanca y el personal del Departamento de Estado trataron de convencer al público de que no era un golpe de estado sino un levantamiento popular. (Ver más adelante)

Tercero, la Casa Blanca brindó apoyo al gobierno golpista:

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo el 12 de abril, un día después del intento de golpe de estado:

Sabemos que la acción del gobierno de Chávez provocó esta crisis. De acuerdo con la mejor información disponible, el gobierno de Chávez suprimió las demostraciones pacíficas.  Los resultados de estos eventos es que ahora el Presidente Chávez ha renunciado a la presidencia.  Antes de firmar, él despidió al vicepresidente y a su gabinete, y un gobierno civil de transición ha sido instalado en el gobierno. [5]

El portavoz adjunto del Departamento de Estado de Estados Unidos, Philip Reeker, siguió la línea de la Casa Blanca al declarar que “ayer, las acciones antidemocráticas cometidas y apoyadas por la administración de Chávez provocaron una crisis en Venezuela.”[6]

Jorge Castañeda, ex Ministro de Relaciones Exteriores de México declaró que “Efectivamente, hubo una proposición por parte de Estados Unidos y España, de hacer una declaración junto con México, Brasil, Argentina y Francia reconociendo al gobierno golpista de Pedro Carmona (líder del golpe de estado).”[7]  Declaraciones similares fueron hechas por Castañeda en un artículo publicado en el periódico The New York Times diciendo que después del golpe de estado México y Chile contrarrestaron un esfuerzo coordinado entre Estados Unidos, Colombia, El Salvador y España de ofrecer, en conjunto, apoyo diplomático para el gobierno golpista.[8]


[1] Un estudio de la política de Estados Unidos hacia Venezuela: Noviembre 2001-Abril 2002, Reporte 02-OIG-003, Julio 2002, www.oig.state.gov/documents/organization/13682.pdf

[2] Conferencia de Prensa en la Casa Blanca, 16 de abril, 2002.  Disponible en línea:www.whitehouse.gov/news/releases/2002/04/20020416-5.html

[3] El documento completo esta disponible enlínea: www.venezuelafoia.info/ciac4.html

[4] El documento completo esta disponible en línea: www.venezuelafoia.info/seib11-02preCouprumors.pdf

[5] Reunión para la prensa en la Casa Blanca, 12 de abril, 2002.  Disponible en línea: www.whitehouse.gov/news/releases/2002/04/20020412-1.html

[6] Venezuela: Cambio de Gobierno, Declaración a la Prensa por Philip T. Reeker, Portavoz Adjunto, Departamento de Estado de Estados Unidos, 12 de abril del 2002.  Disponible en línea: www.state.gov/r/pa/prs/ps/2002/9316.htm

[7] Jorge Castañeda, ex Ministro de Relaciones Exteriores de México, en “Colombia, España, El Salvador y Estados Unidos Apoyaron el Golpe,” por Nancy Fara, Agence France-Presse, 28 de noviembre del 2004.

[8] “Docuentos muestran que la CIA sabía del plan de golpe de estado en Venezuela,” por Juan Forero, New York Times, 3 de diciembre del 2004

 

 

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