Traducción de Francesca Emanuele
El autor desea agradecer a Dan Beeton, Karen Conner, Kevin Cashman, Brett Heinz, Jake Johnston, Guillaume Long, Alexander Main así como a Francesca Emanuele por la traducción.
El 20 de octubre de 2019, Bolivia celebró sus elecciones presidenciales. El recuento oficial dio al presidente en funciones, Evo Morales, una victoria en primera vuelta con el 47% de los votos válidos, más de 10 puntos porcentuales por delante del expresidente Carlos Mesa, quien quedó en segundo lugar. Sin embargo, Morales no pudo terminar su mandato, y mucho menos comenzar el siguiente. El 10 de noviembre, bajo presión del alto mando militar, Morales se vio obligado a renunciar y huir del país.
Incluso antes de las elecciones de octubre, muchos en la oposición se habían comprometido a no aceptar los resultados de la votación si Morales ganaba. La Organización de Estados Americanos (OEA), que observó las elecciones en el país, echó gasolina al fuego cuando —al día siguiente de las elecciones y con el conteo oficial aún no completado— emitió un comunicado de prensa expresando preocupación por “un cambio inexplicable en la tendencia [del conteo preliminar] que modifica drásticamente el destino de las elecciones y genera una pérdida de confianza en el proceso electoral”1. El comunicado deslegitimó la elección a los ojos de muchos, tanto en Bolivia como a nivel internacional. También proporcionó a los miembros de la oposición la justificación que necesitaban para rechazar los resultados electorales y obligar a Morales a dejar el cargo tres semanas después2.
Como han demostrado el Centro de investigación sobre política y económica (CEPR, por sus siglos en inglés) y varios otros investigadores independientes, la OEA no ha presentado pruebas verosímiles que respalden su declaración del 21 de octubre de 2019. Si bien una interrupción prolongada del conteo preliminar de votos ― desde alrededor de las 7:45 p.m. del 20 de octubre de 2019 hasta el día siguiente a las 6:30 p.m. ― suscitó preocupaciones comprensibles, no hubo, un cambio de tendencia “inexplicable” o “drástico” luego de la interrupción, en contraste a lo que alegó la OEA.
Era inevitable que esta elección tuviera irregularidades —como sucedería en cualquier otra— incluso en ausencia de fraude. Sin embargo, el alegato inicial y sin fundamento de la OEA influyó fuertemente sobre cómo la misma OEA interpretó la existencia de irregularidades, y la confusión y la destrucción de materiales de votación, como evidencias de fraude sistemático e intencional. En función de su afirmación injustificada, la OEA buscó irregularidades específicamente en actas que favorecieron fuertemente a Morales (y luego se basó en estas irregularidades para justificar sus afirmaciones anteriores). Asimismo, la OEA utilizó cualquier señal de confusión o caos (o incluso destrucción) por parte de cualquier partido en las elecciones como una prueba más de que el gobierno tuvo la oportunidad de manipular el resultado electoral; todo esto visto a través del prisma de su infundada afirmación original. La OEA llegó al punto de lamentar la dificultad de auditar las actas que fueron destruidas cuando manifestantes de la oposición incendiaron varias oficinas electorales departamentales. La auditoría también incluyó un análisis estadístico profundamente defectuoso que pretendía fundamentar la afirmación inicial de la OEA de un cambio inexplicable en la tendencia del conteo preliminar de votos. Hemos revisado y respondido a la auditoría detalladamente en otro informe 3.
No se puede exagerar la importancia que tuvo el hecho de que la OEA insista en que los resultados tardíos eran inexplicables. El alegato inicial y la auditoría posterior fueron citados por el Gobierno de facto de Bolivia en su persecución a los miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y a prominentes miembros del partido político que lideraba Morales, el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP o MAS). Human Rights Watch informó que los fiscales acusaron a al menos cuatro miembros del TSE de Santa Cruz “únicamente basándose en el informe de la Organización de Estados Americanos … según el documento de acusación y las transcripciones oficiales de tres audiencias”4.
Como informó The New York Times, las acusaciones de fraude de la OEA “alimentaron una cadena de eventos que cambió la historia de la nación sudamericana”5.
Desde las elecciones en Bolivia del año pasado, varios investigadores han realizado análisis estadísticos buscando mostrar que hubo fraude, fracasando en el intento de explicar el “inexplicable cambio de tendencia” que tanto preocupó a la OEA al día siguiente de la votación. Una vez sujetos a un mínimo escrutinio, ninguno de estos estudios ha puesto en duda de manera verosímil el resultado de las elecciones oficiales.
En trabajos anteriores, hemos criticado la investigación de Diego Escobari y Gary Hoover, John Newman e Irfan Nooruddin. Este último es el estadístico contratado por la OEA para realizar su propio análisis estadístico del voto 6. En un documento llamado “Respuesta de Newman a Idrobo et al, y a Rosnick”, Newman respondió a nuestra crítica de su trabajo 7. Desde entonces, la OEA ha citado su trabajo como una justificación más de sus afirmaciones sobre el fraude en Bolivia 8.
En este documento, proporcionamos una refutación detallada a la respuesta de Newman. En primer lugar, mostramos la deficiencia global de su enfoque y ampliamos su marco para alcanzar un análisis más detallado. Con ese marco, retomamos nuestras críticas anteriores y las ampliamos para incluir el trabajo de otros investigadores, incluido el de Rómulo Chumacero y Edgar Villegas 9. En la Sección I, destacamos un error común en la evidencia estadística primaria contra Morales. En diversos grados, estos investigadores fallaron — parcial o completamente — en dar cuenta de una tendencia de contabilización de actas en recintos con mucho apoyo a la oposición antes que en áreas que apoyan a Morales. En la Sección II, abordamos otras preocupaciones suscitadas por el informe escrito por Newman.
En resumen, reafirmamos nuestras conclusiones anteriores de que la victoria de Morales en la primera vuelta era predecible basándonos en los datos disponibles al momento de la declaración de la OEA del 21 de octubre de 2019 que, en palabras de The New York Times, “alimentó una cadena de eventos que cambió la historia de la nación sudamericana” 10.
Lea el informe completo en inglés aquí.